jueves, 19 de enero de 2012

La mosca en la oreja



Charito Rojas


"La brevedad es el alma del talento". William Shakespeare (1564-1616), dramaturgo ingles, en su obra "Hamlet".

De regreso al show nacional después del intervalo navideño, no podía ser peor el recibimiento a la realidad. Un mensaje de nueve horas y media, adobado más de cuentos que de cuentas, puso una vez más de relieve la desgracia que azota a Venezuela desde el alto Gobierno. De tal abuso en cadena solo quedó en la memoria del venezolano una palabra: Ladrón. La protagonista del impasse, la diputada María Corina Machado, no la pronunció. Fue el propio pillado Presidente quien la dejó caer como una bomba en el hemiciclo.

"¿Ladrón me dijiste? Yo primero le sugiero que gane las primarias, diputada, porque está fuera de "ranking" para debatir conmigo. Usted tiene 1% en las encuestas. Águila no caza moscas", fue la respuesta presidencial a la afirmación de Machado sobre que expropiar sin cancelar el valor de esa expropiación, es robar. A nadie le quedó la menor duda de quién roba y cómo roba, además es evidente que el Presidente no ha entendido su obligación constitucional de cumplir con la rendición de cuentas como empleado del país que es. Para él no tiene "ranking" la diputada con la más alta votación, profesional universitaria con dos postgrados (¿cuantos tiene el Presidente?), precandidata presidencial y habilitada legalmente como asambleísta para interpelarlo.

El Presidente actúa a manos libres porque ha anulado la independencia de los Poderes Públicos, cuyo equilibrio y autonomía garantiza la justicia y la rendición de cuentas claras. El circo, los cuentos, la mentira descarada que venden al pueblo ignorante de los verdaderos números, esos que tapan con una misión, una beca o una promesa, son en cambio vistos claramente por conocedores analistas, que revelan la miseria venezolana en informes, artículos de prensa y en entrevistas a través de medios de comunicación que se atreven a afrontar las sanciones y presiones del régimen. La veracidad de tales alertas son comprobables por la realidad. Los números y las calles de Venezuela no mienten.

La estupidez es propia de fanáticos que no quieren ver. Por ejemplo, es verdad que en Venezuela en los años 80 y 90 la inflación llegó a 3 dígitos, pero lo que el Comandante no dice es que en esos mismos años la inflación de países como Argentina, Perú y Brasil llegó al 3.000%, muchísimo más alta que la venezolana. Lo que no dice es que este año la inflación en Argentina fue de 10%, la de Perú de 2,24% y de Brasil fue de 6,7%, mientras que en Venezuela según el Banco Central, fue de 28,8%, la más alta de Latinoamérica. Y esta cifra es medida bajo parámetros favorables, descartando números comprometedores, reorganizando la lista de los ítems mesurados o dando mayor preeminencia a pueblos que a ciudades. Es decir, que los consumidores venezolanos saben que esas cifras no obedecen a la realidad que enfrentan sus bolsillos.

El punto de la seguridad fue otro cuento de camino. Resulta que según el Presidente, la violencia en Venezuela comenzó en el Caracazo. Ignora que las estadísticas de la primera década del siglo XXI, presenta un incremento monstruoso en las cifras de homicidios, lesiones y hasta accidentes viales respecto a la decada anterior. El Gobierno no quiere ver la realidad de las 19.000 muertes violentas durante 2011, el Gobierno rechaza la cifra de 150.000 muertos en el período chavista. No quieren admitir su absoluta responsabilidad en la violencia que comienza por el delito verbal desde las alturas del Comando nacional hasta la más absoluta impunidad judicial, desidia policial y pérdida de valores de honestidad y convivencia en la sociedad, producto todo del brutal enfrentamiento entre dos bandos de venezolanos. Esto según el Gobierno, es lucha de clases, el pobre contra el rico, el negro contra el blanco. La verdad es que es una lucha fratricida que conduce a la inmolación de una sociedad sin salidas que termina odiándose mutuamente sin posibilidades inmediatas de reconciliación. Esto ha exterminado la paz y la prosperidad en Venezuela, cosa que tampoco menciono en esas casi diez horas.

Creerse dueño del país lo lleva a errores garrafales como el no aceptar ningún veredicto que le sea contrario, comportarse como Jalisco, algo propio de bárbaros; aunque diga que dentro de la Constitución todo, siempre encuentra la excusa de la soberanía para evadir compromisos, leyes y justicia. Él no ha visto las lágrimas de quienes son despojados de las tierras de sus ancestros. Tierras que han sido trabajadas, que han dado sustento a muchos venezolanos, que han permitido que en el pasado Venezuela aspirara a la soberanía alimentaria. Él no ha visto cómo bandas de desalmados sin oficio ocupan ilegalmente no solo tierras, sino casas, apartamentos, parcelas, estacionamientos, alegando que su Presidente los ampara. Él no ha visto cómo la Guardia no toca ni con el pétalo de una rosa a esos invasores; no ha sufrido la peregrinación por fiscalías, tribunales e institutos, buscando recuperar lo que en justicia les pertenece. Ladrones son quienes obtienen a fuerza de invasión y expropiación sin pago lo que otros han logrado con trabajo e inversión.

Más de dos mil expropiaciones ha ejecutado el Gobierno desde el año 2005, de las cuales solo ha pagado el 15%, al precio que el mismo Gobierno fija. El resto todavía sigue su vía crucis, algunos ya sin esperanza, porque la conducta oficial es asumir en primera instancia, que es una propiedad mal habida, que pertenece a oligarcas que han despojado al pueblo o que la cadena titulativa no es suficiente. Ya lo dijo el ministro Loyo después que la diputada Machado denunciara el robo de propiedades privadas: "No estamos robando a nadie porque aquí todas las propiedades son de la Nación y por lo tanto del pueblo". Si esto no es comunismo, sin propiedad privada y con consecuencias ruinosas, explíquenme qué es.

Los venezolanos deben preguntarse por qué con tantos recursos sobran problemas y carencias fundamentales. Y con este equipo de camorreros de botiquín no hay la menor esperanza de salvación para este pobre país rico. Menos descalificaciones y más respuestas. Más cuentas y menos cuentos. Más justicia y menos revolución. Seguiremos como moscas, atormentando al sordo en la oreja, para que oiga el zumbido de su fracaso.

Charitorojas2010@hotmail.com

Twitter: @charitorojas

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